Para ser honesto, después de tal procesamiento de información, la mano alcanzó el teléfono para hacer un pedido.
¡Después de todo, la cantidad de dispositivos es limitada! ¡De repente no puedo! En algún lugar en el fondo de mi mente, escuché la risa de mi profesor de TOE. La sed de obsequios casi venció al sentido común. Alejándome de la euforia, comencé a analizar los fideos que mi tío me acababa de colgar de la pantalla del televisor: